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neynini (Visitante)
13-07-2010 10:11 (UTC)[citar]
| Comentarios (0)en Costa de Amalfi, sólo 5 Km de Amalfi, encantadora bahía Conca dei Marini, es el Cueva Esmeralda. La cueva fue descubierta en 1932 por un pescador local y debe su nombre a lo particular color tomadas desde el agua que refleja la luz que se filtra por las rocas que se extienden de Costa de Amalfi, la creación de sorprendentes efectos de color con diferentes matices: cambiando de azul cobalto a turquesa al verde esmeralda y luego disminuye.

Tan grande como un apartamento (es en gran parte sobre 30 metros 60) altura alcanza 24 metros a los puntos más altos, y es rico en Columnas, Las estalactitas y estalagmitas extraña forma de. Precisamente por esto por la propiedad principal se estalagmitas espeleólogos que "perforar" el nivel del agua alcanzó 10 m.


Entonces, si usted quiere ir más profundo hay una oportunidad de disfrutar de una fascinante y original nacimiento bajo el agua, Cerámico Vietri sul Mare, en la parte inferior de la cueva cerca de la Esmeralda 4 metros de profundidad (durante la Navidad, de sub sumergirse en las cristalinas aguas de la costa de Amalfi, y se coloca al niño Jesús en el fondo de la cueva).

La entrada a la Gruta Esmeralda es accesible desde la SS 163, la carretera panorámica que va desde Salerno a Positano. Después, por el elevador o la escala adecuada, que llegue al interior de las cavidades naturales.

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neynini (Visitante)
13-07-2010 10:27 (UTC)[citar]
RECORRIDO POR LA COSTA AMALFITANA:
DE POSITANO A AMALFI English

Engarzado en la montaña, envuelto por la rica vegetación mediterránea, Positano es un pueblito tan pintoresco que parece una escenografía teatral espóntanea. Visto desde el mar parece como un gran pesebre, una cascada de casitas multicolores que se desparraman por la ladera.



El pueblo se desarrolla verticalmente. Las casas pegadas unas a otras, caracterizadas por los pórticos de arcos hacia el mar, están pintadas de colores pastel, dando la impresión de ser una piedra preciosa de muchos matices. No por casualidad Positano es llamada “la gema de la divina costa”.
Las angostas callejuelas, repletas de boutiques, descienden empinadas entre las casas desembocando en la Marina Grande, una amplia playa. Desde aquí la vista es bellísima tanto hacia el mar como hacia el pueblo que se encarama en la montaña.
En la plaza principal de Positano está la iglesia parroquial de Santa Maria Assunta, que data del año mil. La gran cúpula revestida de mayólicas de colores es visible desde todos los rincones del pueblo. Adorables las playitas de Positano, a las cuales se llega a pie en pocos minutos: Fornillo, Fiumicello, Arienzo.
Positano es una meta apreciada para las “vacaciones de los Vip”: en la Villa Sette Santi, del 1940, vivió la pintora Irene Kowaliska, que se inspiró en Positano para sus pinturas sobre tela; la Villa Stella Romana ha albergado entre otros a Juan Pablo II. Personajes ilustres del arte, de la moda y del espectáculo aman pasar aqui días de relax.
A pocas millas de distancia de la costa se encuentran Li Galli o “Sirenuse”, minúsculo archipiélago compuesto por tres islotes: el Gallo Lungo, la Rotonda y el Castelluccio que desde siempre pasaban por ser morada de las míticas Sirenas que con sus cantos atraían a los marinos hasta las rocas.
Pero Positano no es sólo mar: agradables excursiones permiten visitar las sugestivas zonas de los Montes Lattari, como Montepertuso, así llamada porque se dice que aquí apareció la Virgen en un hueco de la roca. A través de la escalinata de 1700 peldaños se llega a Nocelle. Desde este fracción parte el famoso Sendero de los Dioses, con panoramas encantadores sobre toda la Costa. O bien se llega a la bella Punta San Pietro, donde surge una iglesia cortada a pique sobre el mar.

Sobre una ladera cultivada con vides y olivos se encuentra Furore. El nombre antiguo de toda la zona era Terra Furoris, por el ensordecedor estruendo que, en las noches de tormenta, producían el mar y el viento cuando retumbabano contra las otras paredes del fiordo que descienden casi a pico desde el borde del altiplano de Agerola.
La empinada escalinata conduce hacia abajo.
El encanto de este tramo de costa es irresistible, con el fiordo clavado entre vides y rocas, casitas minúsculas y el mar.

Praiano, a mitad de la costa en el promontorio de Capo Sottile, era la residencia estiva del dux de Amalfi, testimonio de una vocación precoz del pueblo al veraneo relajante.
La parte baja del pueblo se ensancha hacia Marina di Praia, una playa excavada entre dos altas paredes de roca. En guardia della marina se encuentra una de las imponentes torres de vigía que constelan la costa.

La vecina Conca dei Marini es un pueblo marinero enrocado en un recoveco marino que ofrece una vista panorámica de suma belleza. Los dos extremos de esta maravillosa bahía son Capo di Conca, dominado por la Torre de Conca erigida en 1500, testimonio de las terribles incursiones de piratas, y la Grotta dello Smeraldo (Gruta de la Esmeralda).
El mar irrumpiendo en la cavidad adopta un intenso color verde, que refleja la luz que se filtra bajo las rocas. Esta gruta está llena de estalactitas y estalagmitas, que forman grandes series de columnas calcáreas de más de diez metros de altura.
Desde Conca se puede ir al altiplano de Agerola, a unos 650 metros de altitud, entre bosques y prados. La zona, dotada de praderas florecientes conocidas desde la antiguedad, es célebre por la producción de exquisitos lácteos y por el panorama excepcional que se goza desde lo alto que abarca toda la costa.

El centro principal y el corazón histórico de la Costa es Amalfi. En la serenidad azul del cielo y del mar, Amalfi, observada desde el puerto, parece encerrada en el hueco de una mano. Arriba, el escenario de los montes, articulado como un fondo marino, moteado de casas; abajo, una trama pintoresca llena de callejuelas y escaleras, hasta la gran plaza donde desde lo alto de la famosa escalinata domina la majestuosa Catedral. Un palco único, donde los recuerdos históricos se enlazan con las bellezas naturales inolvidables. Suspendida entre las faldas de los Montes Lattari y el mar, las pintorescas callejas de Amalfi acogen hoy multitudes de turistas, pero tiempo atrás han vivido los fastos de la potente Republica Marinera que experimentó su máximo momento de esplendor entre el siglo X y el siglo XII, y que logró mantener alejados a Longobardos y Sarracenos. Rica y poblada, Amalfi mantenía un activo tráfico comercial con Oriente. En recuerdo de aquella antigua potencia, hoy cada cuatro años en junio, Amalfi abre sus puertas a la “Regata histórica de las antiguas Repúblicas Marineras”.
El pueblo de Amalfi, encaramado en el declive de la Costa, está caracterizado por la célebre Catedral (siglo IX). Su posición paronámica, en la cima de una empinada escalinata que se abre entre las casas acurrucadas alrededor de una pequeña plaza, confiere una nota especial al centro histórico de Amalfi. Impacta la imponente fachada polícroma de la iglesia, iluminada por esmaltes y mosaicos y por el tímpano dorado. Huellas del Medioevo se encuentran en el elegante Claustro del Paraíso con sus siluetas arabescas. Desde el claustro se entra en la Capilla del Crucifijo, en la cual se encuentra el Museo Diocesano.
En la Capilla está la entrada a la Cripta que data del 1200. El complejo arquitectónico es uno de los ejemplos principales del románico amalfitano.

Una exploración de Amalfi en busca de lugares menos conocidos deberá incluir los Antiguos Arsenales, donde se construían las famosas galeras con más de cien remos, destinadas a la carga de mercancías provenientes de los mercados orientales.
En el Palacio Morelli, sede del Municipio y del Museo Cívico, se conserva la Tabula Amalphitana, el primer código de derecho de la navegación acordado en los tiempos de la República y válido en todo el Mediterráneo. Aquí se pueden admirar también los famosos cartones de Domenico Morelli, uno de los pintores más célebres del 1800, de los cuales se obtuvieron los mosaicos que ornamentan la Catedral.

Amalfi es famosa también por ser la patria del papel labrado a mano. Las primeras papeleras surgieron a lo largo del Valle dei Mulini (Valle de los Molinos), donde se encuentra el Museo del Papel.
Esta zona, atravesada por el torrente Canneto, y cercana al Valle delle Ferriere, un ambiente natural encantador, constituye una Reserva Natural Biogenética. La subida desde Amalfi es ardua pero fascinante. Se descubren los restos de molinos que llevaban el agua a las antiguas papeleras, y una naturaleza que esconde encantos secretos: fuentes y cascadas, claros sobre el mar que se vislumbran en la exuberante mancha mediterranea.

Casi unida a Amalfi, Atrani conserva en la maraña de callejas, escaleras y travesías su tejido medieval.
En los tiempos de la República Amalfitana, Atrani estaba habitada por las familias más nobles. Aquí los duxes de la Republica marinera de Amalfi eran encoronados y sepultados.
Entre callejas, arcadas, patios, explanadas, con sus “escalinatas” típicas, parece un pequeño pesebre lamido por el mar.
Atrani se asoma sobre el agua con el característico perfil de la iglesia della Maddalena (1274) que culmina en el campanario y en la cúpula decorados con mayólicas de vivos colores. La iglesia de San Salvatore de Bireto, en la piazza Umberto I, de estilo neoclásico, fue fundada en el año 940. En esta iglesia se llevaban a cabo las ceremonias de elección y de toma de posesión de los dux de la República.
A la Gruta de los Santos se llega por la carretera estatal. Aquí se pueden ver las ruinas del antiguo monasterio benedictino de los Santos Quirico y Giulitta, fundado en el 986. La pequeña gruta está decorada con frescos de estilo bizantino que data del siglo XII.

neynini (Visitante)
13-07-2010 10:57 (UTC)[citar]
Dubrovnik
Las ciudades e islas de la costa croata, un reclamo turístico en auge

MARTA RIVERA DE LA CRUZ - 14/04/2007

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Imprimir Envía este artículo Terrazas y música. Palacios en calles de piedra. Cada tarde, cuando los cruceros del día zarpan, Dubrovnik muestra su cara más íntima. Más al norte, enclaves como Trogir, Zadar o Istria ejercen su propio poder de atracción.

Fue durante mucho tiempo lugar de referencia de miembros del Gotha y de la aristocracia del dinero. Los Agnelli, los Astor, Truman Capote, Aristóteles Onassis, Winston Churchill o Stavros Livanos eran habituales de este paraíso de la costa dálmata. Otros turistas anónimos acuden desde hace años a la llamada de Dubrovnik, sabiendo que allí van a encontrar el azul imposible del mar Adriático -que nadie intente buscar un color parecido en ningún otro lugar del mundo-, la historia en carne viva de una ciudad que esconde prodigios arquitectónicos, la mejor gastronomía croata y unas gentes amables y hospitalarias, además de una correcta infraestructura de hoteles y restaurantes.

GUÍA DE DUBROVNIK
Seducción en mil islas
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Desde su fundación en el siglo VII hasta su independencia en 1372 (cuando se convirtió en la república de Ragusa) estuvo gobernada por bizantinos, venecianos y húngaros, que dejaron su impronta en la arquitectura
No se puede imaginar un destino mejor para las vacaciones. Dubrovnik lo tiene todo, y su luna de miel con el turismo de calidad sólo se truncó tras los bombardeos del Ejército serbio en 1991. Con el apoyo del Gobierno croata, la ciudad tuvo que hacer un esfuerzo para recuperar el espíritu de lugar idílico. Tras meses de cuidadosos trabajos de rehabilitación, la ciudad se encuentra admirablemente conservada.

Dubrovnik sigue siendo el destino preferido de la jet exquisita. Que nadie se extrañe si se cruza en el mercado con Andrea Casiraghi o con Jack Nicholson, si sorprende a Carolina de Mónaco escuchando música en una terraza o si el hombre que acaba de estrecharle la mano durante una ceremonia religiosa en la iglesia de los Franciscanos es Jeremy Irons. La ciudad lleva siglos seduciendo a aquellos que huyen de los reductos turísticos de moda. Y es que, a pesar del sinnúmero de famosos que pasean por sus calles, Dubrovnik no es territorio de paparazzi, ni siquiera de cazadores de autógrafos. Parece que los habitantes de la ciudad y sus visitantes de ocasión se hubiesen coligado para que el lugar no perdiese su sencillez legendaria ni el aire señorial que se echaría a perder con una invasión de fotógrafos o de admiradores indiscretos. Así, cuando alguien se cruza con una estrella de la canción o un príncipe europeo, juega a ignorarlo con elegante indiferencia.

Quizá porque parece una ciudad pequeña, Dubrovnik es más lugar de paso que destino de larga permanencia. Cada día, los cruceros se detienen en la ciudad para que cientos de turistas hagan una visita rápida al casco antiguo. Los visitantes fugaces se darán cuenta entonces de que el lugar merece mucho más tiempo y atención.

Dubrovnik tiene a sus espaldas 1.400 años de historia. Desde su fundación en el siglo VII hasta su independencia en 1372 (cuando se convirtió en la república de Ragusa) estuvo gobernada por bizantinos, venecianos y húngaros, que dejaron su impronta en la arquitectura. La extraordinaria pujanza de la república y su poderío económico y militar se hizo notar en las soberbias construcciones, muchas destruidas tras un terremoto en abril de 1667 y vueltas a levantar sin perder su magnificencia.

La ciudad está circundada por una imponente muralla de casi dos kilómetros, construida fundamentalmente en el siglo XIV y que constituía un eficaz baluarte defensivo. Hoy es posible caminar por el adarve de la fortificación (que alcanza en algunos puntos una altura de 25 metros) y hacerse así una primera impresión del casco histórico al tiempo que se admiran las vistas del litoral. Aunque la ciudad tiene varias entradas, la mejor visita a Dubrovnik se inicia en la puerta de Pile, con su soberbio puente de piedra. A partir de entonces, el visitante descubrirá palacios bellísimos de increíble factura, iglesias y monasterios pertenecientes a distintas órdenes religiosas -además de una sinagoga, una mezquita y una iglesia ortodoxa- y plazas y calles flanqueadas por hermosos edificios. Quienes cuentan con poco tiempo no deben perderse el palacio Sponza, levantado en el siglo XIV durante la dominación veneciana; la catedral y su tesoro; la fuente de Onofrio, la calle central de Placa y el palacio de los Rectores, construido en el siglo XV, donde asombran el delicado trabajo de los capiteles de las columnas y el atrio, en el que se celebran conciertos nocturnos durante el festival de verano.

Quien pueda demorarse en la ciudad encontrará elementos dignos de admiración en cada esquina. La escalinata barroca que conduce a la iglesia de los jesuitas es una copia, en pequeña escala, de la de la plaza de España de Roma. El monasterio de los franciscanos posee un pacífico jardín, que invita a pasear en silencio, y una de las farmacias más antiguas de Europa, donde podrá comprar tiritas contemplando tarros de farmacopea anteriores al siglo XVII. La arquería del claustro del convento de los dominicos, de estilo gótico-renacentista, merece una visita. Ya en la calle, hay decenas de lugares donde hacer un alto en el camino ante un helado o un café mientras se siguen descubriendo detalles de la singular arquitectura.

Durante el día, Dubrovnik es un lugar precioso y lleno de vida. Pero el idilio definitivo se produce por la noche, cuando ya las hordas de cruceristas han abandonado la ciudad y quedan ella, los locales y los afortunados que han tomado la sabia decisión de convertir Dubrovnik en destino vacacional. La catedral permanece abierta y es posible visitarla bajo la luz equívoca de las velas. Los edificios están iluminados por antiguos faroles, cuyo resplandor amarillo hace evocar épocas pasadas y arranca a la piedra un brillo singular. El suelo pulido de la calle de Placa resplandece como si estuviese mojado por la lluvia, y las murallas parecen tan blancas como la sal.

Música en vivo
La grata temperatura nocturna convierte las cenas al aire libre en un verdadero placer. Además, los horarios son flexibles y se puede cenar pasadas las doce. En plazas y calles hay locales con terraza y música en vivo. Nada es más agradable que acomodarse en uno de los mullidos sillones de Troubadour -el local preferido de Carolina de Mónaco-, donde una banda de jazz interpreta viejos temas de Irving Berlin, Cole Porter o los Gershwin. También tiene éxito el bar Hemingway, con vistas al palacio de los Rectores, y el café Cjenic, situado en un lateral de la iglesia de San Blas. Un lugar inolvidable es Buza, cerca de la escalinata de San Ignacio: una puerta con aspecto de pasadizo secreto nos lleva a un local con varias terrazas literalmente suspendidas sobre el mar.

La gastronomía dálmata es otro placer. No hay que marcharse sin probar la bouzara (una especie de guiso de cigalas), las distintas variedades de arroces o los mejores calamares fritos del mundo: son pequeños y tiernos, y se sirven empanados. En Dubrovnik hay decenas de sencillos restaurantes donde probar las especialidades locales sin hacer frente a cuentas escandalosas. Uno de los mejores es el informal Kamenice. En su terraza sirven deliciosas frituras de pescado y un arroz de calamares insuperable. La cuenta para dos no llegará a 40 euros, pero es necesario ir temprano: no hacen reservas y suele haber cola. Para una cena romántica, nada mejor que el Victoria, en el hotel Villa Ursula, situado en una terraza emparrada con vistas espectaculares.

En cuanto al alojamiento, los hoteles en Dubrovnik son bastante caros. El mejor de todos es el lujoso Villa Argentina, situado a 800 metros del casco antiguo. El hotel cuenta con frescos jardines, ideales para pasear, y la vista desde la piscina es maravillosa, pues tiene enfrente el parque natural de la isla de Lokrum, y en un lateral, las murallas d
falarina
(905 Posts hasta ahora)
13-07-2010 23:32 (UTC)[citar]


Madre mía Trini!!!!, vaya si has hecho los deberes, nos dejas a la altura de una alpargata!!!!!
Qué bien que al final podamos hacer el minicrucero, os lo habeis currado, eh?, no nos cansamos de daros las gracias, que fácil nos lo habeis puesto, con gente así es una maravilla moverse por el mundo.

Cómo llevais el calor?, por quí hoy tenemos poniente, osea viento caliente que no te deja ni salir a la calle, calor a tope!, pero lo prefiero al invierno eh?, así que no me quejo.

Esperanza, morenita un poquillo, no mucho la verdad, pero de delgadita na de ná,.Te cuento, viaje a Granada=helados, comidas fuera de casa, cervecitas...; después la feria de Estepona, aunque no hemos salido mucho pero, rebujitos, cervecitas y más, muchos más helados (Maribel, estos no estaban derretíos, jejejeje), así que como no haga un tratamiento de choque, me encontrareis igual que siempre, ja, ja, ja

Parece que en el otro foro la cosa se está animando,pasaros por allí.

A ver si las apañás haceis una lista con todo lo que hay que llevarse que siempre se me olvida algo, y si teneis alguna recomendacción que hacer, siempre es bienvenida.

que paseis una noche maravillosa (de calor:twistedy tengais...



falarina
(905 Posts hasta ahora)
13-07-2010 23:51 (UTC)[citar]


JEFE, EN EL OTRO FORO DAS LAS BUENAS NOCHES Y AQUÍ YA HAS PERDIDO LA COSTUMBRE, NI BUENOS DÍAS, NI BUENAS TARDES, NI BUENAS NOCHES....

AY, QUE LOS PORLOSPELOS NOS VAMOS A PONER CELOSILLOS....

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